miércoles, 18 de enero de 2012

Ajedrez en jujuy (crónica del Prof. Spontón)

En los primeros días de enero, Esteban Spontón, prof. de la Escuela Luz y Fuerza, estuvo de vacaciones en la provincia de Jujuy y nos mandó esta crónica.

Tuve la Posibilidad de pasar unos días en la hermosa provincia norteña, y además de disfrutar de sus paisajes me vinieron ganas de jugar al ajedrez.
Yo paraba en una ciudad pequeña, Monterrico, y previsiblemente ahí no había ninguna actividad. Pregunté y tampocó tuve suerte en ciudades aledañas (Perico, El Carmen). En esta última, me dijeron se jugaba en el club deportivo de la ciudad pero solo podían los socios de dicho club.
Lo lamenté un poco pero me di cuenta que era un lugar donde se hacían otras actividades así que el nivel de ahí solo sería de aficionados.
En realidad me parecía previsible ya que esta época, la primer semana del año, suele ser de receso. De todas formas, casi resignado intenté insitir en la Capital.
Busqué por internet y encontré un mail donde me dieron una dirección en San Salvador de Jujuy: Bouchard y Av. del Libertador, me pasaron el dato que jugaban todos los viernes después de las 20 horas. Me acerqué y me encontré con un kiosco con un sistema interesante: el dueño del quiosco ponía bancos y una mesa en la vereda y ahí colocaba sus tableros donde se juntaba un grupo de amigos.
El ambiente me pareció muy bueno, relajado. Casi todos adultos mayores que se veía que disfrutaban de la vida y no tenían ninguna preocupación, siempre en un clima cordial y respetuoso. Usan un sistema interesante, una idea que vale la pena tener en cuenta cuando no hay desarrollo institucional: el que perdía la partida dejaba una moneda de 25 centavos (y lo recaudado era para el dueño del quiosco que ponía la luz, los tableros, la organización, etc). El nivel de los jugadores era relativamente bueno. Yo diría equivalente a 2ª categoría de la AACC, tuve suerte y gané todas las partidas que jugué y de allí, ya de noche, me fui al centro de la Ciudad.
El otro dato que me habían pasado era el bar-confitería LOS DOS CHINOS. No sabía que iba a encontrar, porque escuche que en las antiguas épocas solo entraban personas de saco y corbata, y por otro lado escuche que jugaban por plata. Confiado por las victorias previas, iba subestimando el nivel jujeño y llegué a imaginarme que ganaría algo de dinero.
Por suerte el lugar no era como imaginé. Un bar bohemio, muchas mesas de pool, solo varones y un holor característico (mucho humo de tabaco y las frituras de los sandwiches o comidas que se vendían).


En una esquina un grupo de cuatro jugadores que después aumentó jugaban con reloj (esto ya era más interesante).
Me presenté, conté que venía de Córdoba y los vi jugar mientras devoraba mi lomito.
Cuando fue mi turno arranqué con todo y gané todas las partidas de la primera tanda llegando a creerme por encima de mis rivales. Al rato descubrí que "los primeros maíces son para los loros" porque perdí y tuve que esperar a que sea nuevamente mi turno, y volví a perder varias partidas, para luego alternar buenas con malas.

Mientras miraba, pude disfrutar el ambiente de humor y comentarios típicos. Y sin duda decayó mi nivel cuando empecé a jugar en igualdad de condiciones, o sea cuando empecé, al igual que los jujeños, a alternar movimientos y tragos de cerveza.
El nivel de juego era bastante interesante y la mesa no tuvo un claro dominador, excepto las chanzas y los comentarios graciosos. Con el paso de las horas el clima de confianza iba subiendo, y el nivel de juego bajando.

Me contaron que ahí habían visto jugar a los hermanos Soppe "cuando eran changuitos". Alguien mencionó a Yosifides, y varios me dijeron que conocían a Parnenzini. También la conocían a Edith Soppe y me alegró saber que estaban enterados (seguramente por la página de FADA) del homenaje que le hicimos.
Tuve la posibilidad de comentar con el Sr. Alarcon, árbitro allá, sobre la actualidad del ajedrez Jujeño. Allá el fuerte de las actividades promocionales pasa por los torneos EVITA.
Uno de los rivales con quien gané y perdí era de la Quiaca. Ahora me faltará enfrentar alguno de Ushuaia....
Sin darnos cuenta las horas pasaban, los mozos empezaron a baldear el piso del bar y nosostros seguíamos jugando. Por suerte a partir de las 4 no se vende más alcohol sino el nivel de las partidas sería catastrófico. Se hicieron las 5 de la mañana, y aunque yo tenía ganas de más, el dueño del reloj (hasta ese momento pensé que era del bar) tuvo que retirarse. Y ahí se murió la noche.
Ultimas bromas, saludos de despedida, y el buen recuerdo de un juego que permite hacer rápidamente buenas amistades con desconocidos. Como dijo uno de los jujeños varias veces en la noche: ¡Qué lindo es el ajedrez!

Esteban Spontón

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