miércoles, 11 de mayo de 2011

José Raúl Capablanca (8ª entrega de notas del Prof. Gastón Moisset)

José Raúl Capablanca. Nació en La Habana en 1888. Aprendió a jugar a la edad de cuatro años y cuando tenía once ya era el campeón de Cuba. Se ha dicho de él que fue uno de los primeros “niños prodigio” del ajedrez.


Abandonó el ajedrez por un tiempo para completar sus estudios y a los veinte años retomó la práctica en torneos ganando varios de ellos. En el año 1921 le gana un match a Lasker (cuatro victorias y diez tablas) y de esa manera se consagra Campeón del Mundo.
De Capablanca se ha dicho que tiene un estilo de gran seguridad, asombra la casi ausencia de imprecisiones o descuidos en sus partidas y de falsas interpretaciones de la posición. Muchos aseguran que la naturalidad con la que jugaba Capablanca tenía que ver con la edad temprana de su aprendizaje del ajedrez. En definitiva, el ajedrez era para Capablanca algo así como su lengua materna.
En 1927 en Buenos Aires se organizó el Match por el título mundial con Alejandro Alekhine, de quienes se ha dicho que han sido los dos más grandes ajedrecistas del siglo veinte. El público tenía simpatías con el cubano, pero su preparación para el match y su conducta durante el mismo fue poco deportiva. Sería ganador quien lograra seis triunfos. Alekhine finalmente venció, no sin dificultades: el match se extendió durante meses ya que hubo veinticinco partidas que finalizaron en tablas.
Tras el match, Capablanca volvió a tener buenas actuaciones en torneos internacionales, pero Alekhine no le concedió ninguna oportunidad de desquite. En 1942 falleció en Estados Unidos.
A continuación un final de partida típico del estilo de Capablanca con los comentarios de R. Reti.

FINAL DE TORRE.
Los finales de partidas que en la práctica se producen con más frecuencia son los de torre.
Principios de juego correcto que se debe tener en cuenta en este tipo de finales:
La torre es la pieza más poderosa que disponemos para atacar los peones enemigos.
Si bien generalmente uno puede atacar un peón cuando está bloqueado e inmovilizado, la torre también puede atacar con éxito un peón movible. Para ello hay que tomar posición sobre un punto de la misma columna del peón, para atacar no sólo la casilla en la que se encuentra emplazado sino también todas las posibles posiciones futuras que pueda tomar en su avance.
A su vez la misma circunstancia que hace que la torre y el peón se muevan en una línea recta explica porqué la torre es la mejor pieza para apoya el avance de nuestros propios peones pasados.

Una conocida regla formulada primero por Tarrasch dice que, ya sea atacando peones enemigos o apoyando el avance de los propios peones, la torre es más eficaz detrás del peón que delante de él. Esto es así porque cada avance del peón incrementará el campo de acción de la torre.

Mientras la torre posee una gran fuerza ofensiva contra los peones, tiene poco poder defensivo ante su avance. No es digno de una pieza tan poderosa el papel de defensa.
Imaginemos que el blanco tiene un peón en g6 y el rey en g5. Si las negras tuvieran un alfil en g7 bloqueando su paso, a las blancas les costaría apoyar el avance de dicho peón. En cambio si en g7 estuviera una torre, veríamos que tras Rh6 o Rf6 las negras estarían en problemas.

Tras todas estas consideraciones debemos recordar el principio de que: en los finales de torre se debe preferir siempre el juego de ataque que el juego defensivo.

Y nuevamente insistimos en que el rey es una pieza clave en los finales. Al igual que la torre, el rey no debe permanecer a la defensiva sino tratar de actuar agresivamente invadiendo el campo contrario, atacando puntos débiles y apoyando el avance de los propios peones pasados.
Capablanca ha pasado a la historia como uno de los grandes expertos en el juego de finales de torre.

Capablanca – Tartakower.
Nueva York, 1924.



En esta situación las blancas tienen la ventaja en el flanco de rey y las negras en el de dama. Sin embargo, las blancas están tomando la iniciativa, lo cual es muy importante en estos casos.
1. h5! Tf6
2. hxg6 hxg6
3. Th1 …

Vemos que las blancas juegan lógicamente utilizando su lado de rey, no se preocupan por las debilidades de su flanco de dama. Las negras, por su parte, hacen ahora una jugada defensiva que quizás se pudo omitir.
3. … Rf8
4. Th7 Tc6
5. g4! …

Los impacientes habrían llevado su rey hacia el lado de dama, pero Capablanca está jugando este final de acuerdo con los principios agresivos que él recomendaba.
5. … Cc4
6. g5! ...

Dando a su contrario la oportunidad de ganar un peón con Ce3 y Cf5. Pero Capablanca ha pensado bien la cuestión y tiene confianza en el peón pasado que así obtiene.
6. ... Ce3+
7. Rf3 Cf5
8. Axf5 gxf5
9. Rg3!! ...

Es extraordinariamente instructivo ver cómo Capablanca no se preocupa por la igualdad material, sino en apoyar su peón pasado.
9. ... Txc3+
10. Rh4! Tf3
11. g6 Txf4+
12. Rg5 Te4
13. Rf6! ...

Es frecuentemente útil en tales posiciones la fineza de no capturar el peón enemigo con objeto de tener guardadas las espaldas contra los jaques de la torre.
13. ... Rg8
14. Tg7+ Rh8
15. Txc7 Te8
16. Rxf5 ...
Después de esto, las negras han perdido toda esperanza.
16. ... Te3
17. Rf6 Tf3+
18. Re5 Tg3
19. g7+ Rg8

Después del cambio de torres, las blancas ganarían más fácilmente.
20. Txa7 Tg1
21. Rxd5 Tc1
22. Rd6 Tc2
23. d5 Tc1
24. Tc7 Ta1
25. Rc6 Txa4
26. d6

Las negras abandonaron. Terminado el juego da la impresión de ser tan natural que uno fácilmente olvida la dificultad de tan precioso final.

Texto: Gastón Moisset. Análisis: Ricardo Reti. Foto: www.chessgames.com

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